Morelia, Michoacán, 17 de diciembre de 2024.- Gran consternación ha causado el anuncio que realizó la semana pasada el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, respecto de la autorización otorgada para que los Estados Unidos utilicen, de forma limitada, el aeropuerto de las Islas Galápagos, famosas por su variedad de especies endémicas y por los estudios de Charles Darwin en 1835, que le llevaron posteriormente a sostener su Teoría de la Evolución por la selección natural.
Ubicadas en el océano Pacífico, oficialmente denominadas Archipiélago de Colón, está conformado por 13 grandes islas volcánicas, 6 islas pequeñas y 170 rocas o islotes, su extensión total es de 8.010 km², la flora y fauna existentes en este lugar, son únicas en el mundo, por lo que fue el primer sitio inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1986, se declaró en 1992 como Reserva de la Biósfera y para 2001 su entorno se declaró Reserva Marina.
Pese a todo esto, el ministro de Defensa de Ecuador, Oswaldo Jarrín, declaró que Estados Unidos adelantaría la ampliación del aeropuerto de la Isla de San Cristóbal y aseguró que las islas eran un «portaaviones natural». El gobierno ecuatoriano tuvo que descartar públicamente que se fuera a establecer una base militar extranjera y el permiso otorgado al ejército estadounidense se fundamenta en el argumento de la lucha contra el crimen y la delincuencia internacional organizada con sus propios recursos y por medio de la cooperación internacional.
Las islas Galápagos también conocidas como Islas Encantadas, están localizadas a mil kilómetros de las costas de Ecuador y esta lejanía con el resto del mundo dio origen a una biodiversidad única, ahí están presentes el 80% de las aves terrestres, 97% de los reptiles y mamíferos terrestres y más del 30% de las plantas locales sólo existen ahí.
Si bien, se tiene una idea generalizada de que se trata de un territorio virgen, en realidad su lejanía con el territorio continental es relativo, ya que a diferencia de las islas mexicanas como el Archipiélago de Revillagigedo o las Islas Marías –a las que se llega en barco–, a las islas Galápagos llegan más de 3 mil vuelos al año, procedentes de Quito y Guayaquil. Se trata de ecosistemas altamente frágiles, tres aspectos dan evidencia de su vulnerabilidad:
El primero es la introducción de especies a las islas, que a menudo llegan por accidente, en las mercancías o personas que visitan la isla y a través de los barcos, pero también se llevan de forma intencional. Desde la llegada de la rata negra y el ratón doméstico en 1600, al menos 1,642 especies han ingresado al archipiélago, entre ellas cabras, hormigas de fuego, bacterias, hongos, virus y 820 especies de plantas.
Un segundo aspecto es la crisis ambiental ya que los manglares de las Islas Galápagos son una de las reservas marinas mejor conservadas del mundo, pero ahora, más que nunca, están bajo la amenaza de erupciones volcánicas, tsunamis e incendios.
El tercer aspecto y más significativo es el turismo, la población es cercana a los 35 mil habitantes, mientras que los turistas superan los 300 mil al año. Como una medida para frenar el incremento de turistas a finales del año pasado se incrementó de 100 a 200 dólares, el costo de ingreso para visitantes extranjeros; y de 6 a 30 dólares para turistas locales.
El objetivo además es obtener una mayor recaudación que permitan mejorar los servicios públicos como el manejo de residuos sólidos; en promedio, cada habitante produce 0.78 kg por día, y cada visitante 0.85 kg.
A todas estas amenazas, hoy se suma el acuerdo para que el Pentágono utilice el pequeño aeropuerto de la isla San Cristóbal . Si bien Estados Unidos justifica su presencia militar bajo la bandera de la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado, el verdadero objetivo sería mucho más amplio y geopolítico al posibilitar el despliegue de armamento avanzado, incluidos aviones, buques y submarinos nucleares, en el archipiélago ecuatoriano. Es de suponer que el simple movimiento de todo este tipo de vehículos y armamento tendrán un impacto negativo sobre las condiciones ambientales del archipiélago.
El líder del movimiento Revolución Ciudadana, Andrés Arauz, ha señalado que no se debe olvidar la participación de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, y el efecto colateral que eso trajo al territorio ecuatoriano en el pacífico, cuando, como consecuencia de transformar la Isla de Baltra en un campo de aviación se bombardeó y se destruyó por completo.
Lo que subyace de todo esto, es el hecho de que la designación de Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO no representa ninguna garantía de conservación. Así ha quedado demostrado con la destrucción de las ciudades de Palmira y Alepo, en Siria. En 2012, las ciudades históricas de Tombuctú y Gao, en Mali, sufrieron daños irreparables en manos de grupos yihadistas; situación similar corrieron los budas de Bamiyan en Afganistán dos monumentales estatuas con más de 1.500 años de historia, que fueron destruidas en 2001; Hatra en Irak fue arrasada en el año 2015; desde 2015, la capital de Yemen ha sufrido los bombardeos aéreos provocados por la guerra.
Finalmente, se debe tomar conciencia de que, si bien se habla de la amenaza que representa el Cambio Climático, pero el ser humano, se posiciona como la mayor amenaza para acabar con las condiciones ambientales que garantizan nuestra existencia misma.
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