Al respecto, el Gobierno cubano ha reconocido que le “preocupa” el efecto económico que puede tener un segundo mandato del republicano, pese a asegurar que está «preparado».
La Habana, 22 dic (EFE).- 2024 no fue un buen año para Cuba. Así lo reconoce el Gobierno y se refleja en prácticamente todas las estadísticas macroeconómicas del país, sumido en una profunda crisis, y que aguarda un 2025 incierto, con las posibles repercusiones de un segundo mandato de Donald Trump.
El año que está por terminar estaba pensado originalmente por las autoridades como el que reflejaría los primeros resultados de un extenso y severo paquete de medidas anticrisis, anunciado en los últimos días de 2023 y que buscaba, según el Ejecutivo, “corregir distorsiones” en la economía.
El paquete aglutinó fuertes recortes en el gasto público, la reducción o eliminación de subsidios y subidas importantes, como en la gasolina, con un incremento del 400 %, y el tope de precios de algunos productos de primera necesidad.
Sin embargo, los resultados han sido, en el mejor de los casos, “discretos”, de acuerdo con el propio Gobierno.
Cuba, en estos momentos, vive “prácticamente al día” en una “economía de guerra”, como describió esta semana ante la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP, legislativo unicameral) el presidente, Miguel Díaz-Canel. Sin apenas divisas para importar desde el combustible para afrontar la crisis energética –con largos apagones diarios– hasta productos básicos, como alimentos y medicinas.
Errores internos
Aunque las autoridades han apuntado a las consecuencias de las sanciones de Estados Unidos, también han señalado que los errores propios en la política económica han contribuido a la situación.
A este panorama se le sumó la fuerza de la naturaleza. La isla sufrió el paso de dos huracanes y dos sismos de gran magnitud. Además de tres colapsos totales de su sistema eléctrico.
Este rosario de acontecimientos, sumados al pobre rendimiento que ya acarreaba el país en los primeros meses, han llevado al Ministerio de Economía a la conclusión de que Cuba, por segundo año consecutivo, cerrará con una contracción de su producto interno bruto (PIB), tras haber proyectado un crecimiento del 2 %.
Sin embargo, el Ejecutivo prevé que la isla crezca un 1 % el siguiente año, y se sujeta a que el turismo, otrora motor de la economía, mejore sus números para impulsar el alza del PIB.
Pero este año tampoco ha cumplido con las expectativas del Ministerio del Turismo. El país espera cerrar 2024 con 2,2 millones de visitantes extranjeros, lejos de los 2,7 millones que se había propuesto, luego de revisar a la baja el objetivo original, de 3,2 millones.
La meta de 2025 es de 2,6 millones, 100.000 viajeros menos que el objetivo rebajado de este año. Lejos quedan las cifras de 2019 (4,2 millones) y 2018 (4,6).
Resultados discretos
Las medidas de austeridad para este año, sin embargo, sí que han dado ciertos resultados favorables, de acuerdo con el Gobierno.
Díaz-Canel destacó que el déficit fiscal para este ejercicio será un 53 % del que estaba previsto inicialmente. Además de lograrse un superávit por cuenta corriente, el primero en 10 años.
Al respecto, economistas cubanos independientes, como Pedro Monreal, han matizado la cifra.
Monreal destacó que esa reducción es con respecto a la proyección de principios de año, que era del 18,5 % del PIB, y que la tasa real, tras el recorte, va a estar entre el 10 y el 12 %, en línea con la de los últimos tres ejercicios y una de las más abultadas del mundo.
El Ejecutivo insular también ha destacado la ralentización de la inflación, que espera que se ubique entre el 25 y el 30 % para 2025.
La cifra supone, en todo caso, un leve descenso con respecto al cierre de este ejercicio y la tendencia, que señala que los precios se han triplicado desde 2021 en el mercado formal. El informal -más extenso y surtido- de acuerdo con la experiencia de los cubanos y las estimaciones de los expertos independientes, ha sufrido mayores incrementos de precios.
El resultado a medio plazo de las medidas anticrisis estarán aún por verse para el año venidero con un contexto distinto al de 2024: con Trump en la presidencia de EE.UU. y con el cubano-estadounidense Marco Rubio en la Secretaría de Estado.
Al respecto, el Gobierno cubano ha reconocido que le “preocupa” el efecto económico que puede tener un segundo mandato del republicano, pese a asegurar que está "preparado".