Este acontecimiento se llevó a cabo en dos momentos: uno protocolario en la sede catedralicia y el otro en multitudinaria misa celebrada en el Palacio del Arte.

Juan Carlos Huante / La Voz de Michoacán

Morelia, Michoacán. Este lunes 24 de marzo, monseñor José Armando Álvarez Cano, antes obispo de Tampico, asumió como arzobispo coadjutor de la Arquidiócesis de Morelia, que comprende 44 municipios del noreste de Michoacán y 10 de Guanajuato, en un evento que tuvo dos momentos principales: el acto protocolario en la sede catedralicia donde se presentaron y dieron lectura de las letras apostólicas del nombramiento, atestiguando el arzobispo de Morelia, Carlos Garfias Merlos, y el Nuncio Apostólic en México, Joseph Spiteri.

El segundo momento fue la celebración eucarística en el Palacio del Arte, en la que, después del acto penitencial de la liturgia, el arzobispo Garfias Merlos, dirigió un mensaje a quien será su colaborador, en el que dijo que juntos podrán seguir edificando puentes para la reconstrucción el tejido social. Además, le dio la bienvenida a las benditas tierras de Michoacán que lo vieron crecer y madurar en la fe que lo formaron como pastor -nació en Jiquilpan y se formó al sacerdocio en la diócesis de Zamora-, para acompañarlo ahora en su nueva encomienda en la Arquidiócesis de Morelia.

Posteriormente, una representación del pueblo originario mazateco, de la Prelatura de Huautla, Oaxaca, donde Álvarez Cano inició su ministerio episcopal, realizó un rito de purificación, con significado penitencial, a través del cual se pide perdón de los pecados, la purificación del alma de la persona que es sujeta de la celebración, encomendándolo a Dios que, con ese ánimo alegre purificado, inicia su nuevo ministerio. Enseguida le entregaron la vela de cera, como signo de la luz del Espíritu Santo que acompañará al nuevo arzobispo coadjutor.

Enseguida, se leyeron ante toda la asamblea las letras apostólicas del nombramiento por parte del papa Francisco, en las que se detalla la solicitud de Garfias Merlos de un obispo coadjutor, se expone la razón por la cual se consideró idóneo a Álvarez Cano: por su labor episcopal en la diócesis de Tampico y por su prudencia pastoral. En el documento también se le pide al nuevo arzobispo coadjutor trabajar de manera armoniosa con Carlos Garfias, “predicando diligentemente a Dios, que amó al mundo, y confirmando fielmente al pueblo de Dios en la fe”.

Después de este momento prosiguió la liturgia con la entonación del Gloria y las lecturas, para luego dar paso a la homilía pronunciada por el Nuncio Apostólico, en la que manifestó primeramente que Garfias Merlos puede encontrar en José Armando Álvarez Cano un hermano con quien compartir el camino como guía y buen pastor; guía de los sacerdotes, de la vida consagrada, de todos los queridos fieles de la Arquidiócesis de Morelia.

Spiteri agregó que, a ejemplo Jesús, buen pastor, el originario de Jiquilpan está llamado a ponerse en primera fila para defender a su pueblo. “No huye de su responsabilidad, da la cara, anuncia la necesidad constante de la conversión, del cambio de vida, de alejarnos de todos los caminos malos”.

Finalmente, indicó que el papa ha confiado unas responsabilidades específicas a monseñor Álvarez Cano por el bien de la Arquidiócesis de Morelia, quien necesita de la colaboración y apoyo de todos para cumplir las encomiendas en comunión con el arzobispo Carlos Garfias. Deseó que la Arquidiócesis sea ejemplo de fraternidad, justicia social y reconciliación.

Acto seguido, habitantes de pueblos originarios dentro del territorio arquidiocesano se presentaron ante el nuevo arzobispo coadjutor, con danzas, tradicionales cuelgas y vastas ofrendas en especie. Después continuó de manera normal la liturgia eucarística.

Antes de concluir la celebración, monseñor José Armando Álvarez Cano, dirigió su primer mensaje como arzobispo coadjutor, saludando en primer momento a comunidades de la diócesis de Zamora, a quienes asistieron de otras partes de la República, como de la diócesis de Tampico y de la Prelatura de Huautla; a todos los obispos presentes, a su familia, y en especial “a todo el pueblo que peregrina en esta hermosa Arquidiócesis de Morelia”.

En su mensaje destacó que tiene claro su nueva etapa bajo la autoridad del arzobispo Carlos Garfias, y consciente de la importancia histórica de esta Iglesia Particular con grandes aportes no solo en el ámbito eclesial, sino en la configuración de lo que es el México moderno, con la participación de tantos miembros en la lucha independentista, así como sus grandes aportes a la cultura, con personajes destacados en el mundo de las artes.

En el tema social, el prelado se refirió a la crisis de humanidad que los obispos de México han señalado en el Proyecto Global, causante de un sufrimiento interminable en las personas.

Puntualizó que el país necesita misericordia y compasión, añadiendo la propia problemática de Michoacán y Guanajuato, de violencia, salud pública, educación y gobernabilidad.

“No podemos cerrar los ojos a una realidad que duele y nos llama a una tarea comprometida por el bien común”.

Enfatizó que las personas buenas son mucho más que las malas, “pero lo bueno no hace mucho”, porque “los males son gritos estridentes en el mundo”; sin embargo, sostuvo que la esperanza ha de llevar a describir lo bueno, lo bello que existe. “Somos personas de fe, de esperanza, que debemos mirar la realidad con los ojos de Dios, no con un fatalismo”.

Consideró que se requiere una proyección más clara de la, fe una participación más amplia de los laicos en la vida social y política, así como de la Iglesia en todos los ámbitos evitando el clericalismo.