Morelia, Michoacán

La familia del activista Homero Gómez ha pedido completamente la fe en la justicia y decidió “no presionar a la fiscalía”, que desde julio del año 2020, en que murió, no ha vuelto a darles detalles de su muerte.

“Lo hemos dejado porque empezaron a amedrentarnos, de fiscalía regional empezaron a decirnos por qué tu tío se preocupa tanto por la muerte de tu papá, a lo mejor algo tiene que ver”, explicó el hijo del activista, Homero Gómez Jr.

Señaló que aunque ya no recibe amenzas, aquel año sí las recibieron tanto él como otros miembros de su familia.

“Decían: deja las cosas así, no le muevas porqueya viste cómo acabó tu papá”, recordó.

Reconoció que no cree que vaya a resolverse y que aunque el caso conmovió a todo el país, especialmente después del documental de Netflix y que ahora ha revivido luego de los homicidios de Bernardo Bravo y Carlos Manzo, no saben nada ni esperan ya nada.

Homero Gómez Jr. dijo que ha decidido seguir el camino de su padre y defender el hábitat de la mariposa monarca y que no tiene miedo de lo que le pueda pasar.

“Cada vez van callando voces, a los activistas que se atreven a levantar la voz. Pues si algún día nos toca, nos iremos contentos porque sabemos que hicimos lo correcto defendiendo el hábitat de la mariposa monarca. Al final de cuentas, no le hacemos daño a nadie, mucha gente vive de la mariposa y del turismo”, expresó.

En ese sentido, platicó de los trabajos que hacen a través de la Fundación Homero Gómez, gracias a los cuales y a la voluntad de los ejidatarios, muchos de ellos de la tercera edad, se ha erradicado la tala ilegal y se logró reforestar áreas que habían sido afectadas por la tala tanto su comunidad como las circundantes con más de 200 mil árboles, además de sofocar los incendios antes de que se expandan.

No obstante, agregó el activista, no bajan la guardia y todos los ejidatarios están al pendiente, pues las Brigadas de Vigilancia Forestal sufren carencias, pues se van al bosque sin ningún tipo de equipamiento especial y las temperaturas pueden llegar por debajo de los cero grados, además de las irregularidades del terreno, que lo hacen peligroso.

“Cuando vamos al bosque no sabemos quén se va a meter a talar nuestros arbolitos (…) Hace mucho que no se mete gente de la delincuencia organizada, pero no pdemos bajar la guardia”, señaló.

Acotó que más que la tala, ahora se enfrentan a las plagas, que han acabado con mil 400 metros cúbicos de madera de las dos mil 600 hectáreas que componen el ejido El Rosario.