Angangueo, Michoacán
El 9 de enero se cumplieron 50 años del descubrimiento de los santuarios de la Mariposa Monarca en el país. Fue en el Cerro Pelón, en Zitácuaro, dónde Catalina Aguado y su esposo Ken Brugger tuvieron los primeros avistamientos de tan hermosos seres.
Durante los crudos inviernos de los países del norte las mariposas se reunían en México en lo que hoy se conoce como Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca. Sin embargo, ellas visitaban y vivían en estos lugares antes de ser nombrados y descubiertos.
Yadira Ambrosio lleva toda su vida en contacto con los santuarios de la mariposa, desde niña acompaña a su madre y a su padre que tienen una fuente de empleo en el santuario de Sierra Chincua. La joven de 25 años se reconoce como parte del bosque, valora los vínculos que tiene con las mariposas y todos los seres que habitan en él, Yadira ha construido su identidad gracias a que creció rodeada de estos paisajes.
Cocina Tradicional
Yadira vive en la comunidad de Cerro Prieto, el ejido que alberga los santuarios de la mariposa. Cada temporada, entre noviembre y marzo, Yadira y su familia van a trabajar; la cocina tradicional es su actividad económica en esta época.
Su bisabuela empezó a vender comida en el santuario El Rosario a los “turistas científicos” que llegaban a estudiar y registrar la experiencia de las mariposas monarcas reunidas en un mismo sitio.
Desde la generación de su bisabuela se han dedicado a ofrecer comida a los visitantes y turistas. Aprovechan los elementos e ingredientes que les brinda el bosque para hacer platillos autóctonos y poder ofrecer algo sabroso, saludable y único a los comensales.
“Desde que era niña crecí entre la comida. Entonces creo que me fue gustando mucho y sobre todo con los temas de la recolección de madera, plantas y hongos en el bosque, eso me hizo encontrar un espacio de conexión y de mucha creatividad”, declara Yadira.
Mariposas y Bosque
Para las comunidades que habitan alrededor de los santuarios, las mariposas monarcas son el alma de las personas muertas que vienen a visitarlos cada noviembre. Para Yadira esta idea va más allá de una simple creencia, es un vínculo profundo con todo el lugar.
Las generaciones detrás de Yadira lucharon y protegieron este bosque, los santuarios y a la mariposa, el que ella pueda aún vivir y presenciar dichos lugares la hace sentirse alegre, agradecida y afortunada.
“Estar todavía presente en este territorio y ver cómo llegan las mariposas, es un recordatorio de que ahí está el alma de mi bisabuelo y de las otras personas que vieron por el bienestar colectivo. La mariposa siempre me recuerda que ese espíritu sigue vivo”, expresa la joven.
Cuando la temporada de monarca llega a su fin, los turistas echan al olvido los santuarios, pero los bosques, sus árboles, los animales y los habitantes permanecen ahí. El bosque sigue vivo, brindando recursos para sustentarse, opciones para crear y cosas por hacer. Una de las cosas que más valora Yadira es la diversidad que aporta el bosque.
“De los pinos podemos hacer artesanías, hay hongos que podemos cocinar en temporada de lluvias, la leña que obtenemos gracias a los árboles, plantas medicinales que usamos para algunos remedios caseros. Toda esta diversidad que nos brinda el bosque de alimentos y cosas que podemos emplear me hace sentir mucha gratitud”, cuenta la cocinera tradicional.
Vínculos y Comunidad
Yadira decidió estudiar ciencias ambientales en Zitácuaro, ahora cursa una maestría en proyectos socio ambientales en la Universidad del Medio Ambiente en Valle de Bravo.
La joven ha usado su experiencia y su saber para seguir reforzando y creando vínculos en su comunidad, siempre con el propósito de preservar, valorar y proteger la naturaleza y la sabiduría de los pueblos.
Estudia y escribe sobre cocina tradicional y saberes bioculturales; junto con su hermana y cocineras del santuario están desarrollando una metodología para modelos de negocios bioculturales; con compañeros de la universidad dan talleres de cocina tradicional; guía recorridos a las luciérnagas; ha creado un colectivo que se llama Voces con alas para crear una red de economía solidaria.
“Queremos darle un poco más de valor agregado a todos nuestros saberes, tradiciones y rescatarlos para que no se pierdan. Rescatar el valor de hacer comunidad”, expresó Yadira Ambrosio.
Una taza de atole
Conocí a Yadira en el santuario de Sierra Chincua, platiqué con ella cuando entré a su “Restaurante de Villalobos”, ella estaba cocinando, me tomé una taza de atole de zarzamora, uno de los más deliciosos que he probado. Sus palabras me hicieron apreciar cada aspecto del lugar, una taza de atole provocó el encuentro.
“Que nos preguntemos, ¿qué encuentros podemos tener con cada especie, cada cosa, cada comida que tenemos a diario en nuestra vida? Y si cada encuentro lo estamos llevando con honor y dignidad. Siempre es importante darle un valor especial a cada encuentro que tenemos con todo lo que nos habita”, resuenan las palabras de la joven.