La periodista entrevistó al capo poco antes de su captura, como la segunda parte de la entrevista que hace años ofreció al ya fallecido Julio Scherer García
Redacción / La Voz de Michoacán
Dos semanas antes de ser capturado, Ismael “El Mayo” Zambada, líder histórico del Cártel de Sinaloa, concedió una entrevista a la periodista María Scherer Ibarra para la revista Proceso.
Recientemente, en una entrevista concedida a Carlos Loret de Mola, la periodista ofreció detalles sobre el encuentro con uno de los capos que en su momento fue de los más buscados del mundo, describiendo los retos logísticos para llegar a él, su actitud y los aspectos cotidianos de un hombre lleno de contradicciones.
Durante la entrevista, Scherer percibió a un Zambada tranquilo y confiado, ajeno a la posibilidad de su inminente captura. “Por supuesto que no lo veía venir. Alguien que se siente amenazado al límite no se sienta a platicar con una periodista. Por eso creo que fue emboscado”, afirmó en entrevista con Latinus.
Un trayecto incierto hacia el capo más buscado
Scherer relató que llegar al lugar donde se encontraba Zambada fue un desafío. La entrevista se realizó en una zona rural de Sinaloa, en un entorno completamente desconocido para ella.
A diferencia de otras entrevistas famosas al capo, como la de Julio Scherer García (su padre) en 2008, o la de Diego Enrique Osorno, no hubo medidas extremas de seguridad, como vendarle los ojos. Sin embargo, el trayecto fue confuso.
“No sé si me hicieron dar vueltas, si recorrimos de ida y vuelta un mismo trecho. No tengo ni idea”, explicó Scherer. Aunque no percibió un despliegue ostentoso de seguridad, siempre había vehículos delante y detrás del suyo, formando un convoy discreto.
Scherer describió la conversación con Zambada como una de las más difíciles de su carrera. “Es un hombre muy, muy críptico. No te contesta, no te contesta y es inamovible. (...) Él dice exactamente lo que quiere decir, contesta lo que quiere contestar y no hay forma de insistirle”, afirmó. La periodista destacó que el veterano capo siempre mantuvo el control de la conversación, evadiendo temas que no le interesaban.
La entrevista duró aproximadamente ocho horas, tiempo que incluyó un desayuno y una comida. La comunicadora confesó que tuvo nervios, pero no por miedo, sino porque sabía que tenía en sus manos una gran oportunidad periodística.
Durante este tiempo, el capo habló de temas familiares, su visión sobre la estrategia de seguridad en México y hasta pequeños detalles de su día a día, mientras mantenía un aire sereno y confiado.
Sencillo y familiar
Scherer Ibarra destacó que El Mayo estaba lejos del estereotipo de un líder del narcotráfico. “El día que yo lo vi estaba vestido de una manera muy similar a como estaba vestido el día que lo raptaron, que lo llevaron a Estados Unidos: con una camiseta de botones, de cuello, una polo, con unos pants porque estaba convaleciente de una pierna, con unos tenis”, relató.
El entorno donde se realizó la entrevista también era discreto. La casa era sencilla, con un estilo rural y mobiliario campirano. Había movimiento de personas, pero nada de excesos como música fuerte o fiestas, que suelen asociarse con estas figuras.
La periodista aclaró que con esto no niega que su fortuna pueda estar en bienes menos visibles. “No digo que no tenga fortunas en reses, hectáreas, terrenos o propiedades, incluso en efectivo o en paraísos fiscales. Pero ahí, en el lugar donde estuvimos, eso no se veía”, añadió la periodista.
María Scherer y Jorge Carrasco compartieron dos comidas con Ismael “El Mayo” Zambada. Los alimentos, aunque sencillos, estaban preparados con esmero. Según la periodista, la comida era austera, pero bien hecha.
Zambada García también mostró su lado familiar. Identificó la presencia simbólica de Vicente Zambada Niebla, alias El Vicentillo, en algunos de los sitios en los que estuvo durante el encuentro con el narcotraficante. Fue testigo de varias pinturas enmarcadas de paisajes, animales y una silueta de su propio padre. Al preguntar sobre su origen, le explicaron que había sido realizada hace 15 años por Vicente Zambada Niebla, El Vicentillo, durante su tiempo en prisión. Esta obra contrastaba con otras más pequeñas que decoraban la casa.
Un hombre lleno de contradicciones
Aunque el narcotraficante se presentó como un hombre sencillo y familiar, María Scherer destacó las contradicciones que percibió en su personalidad y entorno.
La periodista señaló que, al verlo por primera vez, proyectaba una imagen completamente distinta a la de un líder del narcotráfico. Según relató, “si no lo conocieras, pensarías que este hombre es un agricultor o un ganadero orgánico”.
Una de las contradicciones más llamativas, según Scherer, fue la presencia de una fotografía de Mahatma Gandhi en una de las propiedades del capo, acompañada de una frase alusiva al pacifismo.
La periodista dijo que resultaba irónico que alguien señalado como uno de los mayores generadores de violencia en México tuviera como referente a Gandhi, un líder mundial de la no violencia, y además se asumiera a sí mismo como un pacifista.
“Se asume como un pacifista. Asesinos son otros, él es un partidario del pacifismo, cuando todos sabemos las consecuencias que ha tenido el tráfico de drogas durante estas épocas”, dijo a Loret de Mola.
En la entrevista, Zambada manifestó su apoyo a la estrategia de seguridad del presidente Andrés Manuel López Obrador conocida como “abrazos, no balazos”, señalando que los balazos son “muy peligrosos”. No obstante, también expresó respeto por la política de seguridad del expresidente Felipe Calderón, a quien reconoció por haber hecho “lo que tenía que hacer”.
La anécdota de los tamales
Uno de los momentos que más llamó la atención de Scherer ocurrió durante la comida.
Después de comer, Zambada pidió que ofrecieran tamales a sus invitados. Sin embargo, solo quedaban dos o tres, por lo que tuvieron que compartirlos.
María Scherer explicó que los tamales eran el desayuno básico de las personas que trabajaban para El Mayo Zambada en sus ranchos y propiedades. Esto lo dedujo al enterarse de la cantidad de tamales que se preparaban diariamente para alimentar a toda la gente que formaba parte de su entorno.
Luego de comérselos, El Mayo preguntó a sus invitados si les habían gustado los tamales, a lo que ellos le dijeron que sí, por lo que les aseguró que les enviaría más, y así lo hizo.
Semanas después, llegaron a la redacción de Proceso varias hieleras repletas de tamales. La cantidad era tan grande que no cabía en un refrigerador estándar.
“La entrevista más complicada de mi carrera”
María Scherer mencionó que uno de sus objetivos al entrevistar a Ismael “El Mayo” Zambada era intentar esclarecer la relación que había existido entre su padre, Julio Scherer García, y el capo, pero no logró obtener una respuesta completa.
“Era uno de mis propósitos, no pude esclarecer cabalmente lo que yo quería, que era entender en qué consistió la relación de estos dos personajes, mi papá y El Mayo”.
María Scherer comentó que, durante el encuentro, le dio la impresión de que El Mayo tenía un profundo respeto y admiración por su padre, Julio Scherer García. Al referirse a él, Zambada utilizaba expresiones como “Don Julio” y hablaba con tono reverente.
Además, hacía un gesto significativo, golpeándose el pecho con la mano, que María interpretó como una muestra de respeto y aprecio.
“Me dio la impresión de que se quedó con algo que hubiera querido decirle o que habría querido continuar esa conversación de alguna forma”, reflexionó.