Antes de gritar ¡acción! el director se acercó y me susurró algo al oído que mi especie ya sabía.
Aquella noche la fatalidad nos encontró tirados en un charco de petróleo para después inmovilizarnos a través de la constelación de Sagitario y obligarnos a escuchar los diálogos cimarrones entre un hombre y una mujer que se juraban serían la encarnación del arcoíris y de la luna y al mismo tiempo gruñían murmullos ávidos de ternura y corrían a esconderse en lo que debería ser una montaña con un templo en la cima del que después descenderían como envueltos en un aura celestial y así hasta que al filo del amanecer cargaron entre los dos un ataúd aullando como gatos baldíos y luego nos abrazaban y decían que era la hora de la reconciliación y él volvía a colocarse un bigote artificial como el gran actor que seguramente era y ella retornaba al espejo para cepillar su preciosa y larga cabellera y en eso alguien gritaba ¡corte! y sin mirarnos salían por una de las puertas mientras el director nos invitaba a pasar al escenario que en realidad lo era todo el charco los cuartos el espejo la puerta la casa la montaña para representar un breve pasaje de nuestras vidas en ese intermedio blanco mientras alguien le decía con desgana que no recordaba nada y el director en apuros nos pedía que hiciéramos lo que estuviera a nuestro alcance y ese alguien estiró los brazos con cierta elegancia para así tomar en sus manos un capote imaginario mientras una hermosa mujer se colocaba los cuernos del toro en la cabeza y trataba de embestirlo y todos gritábamos olé y olé y olé hasta que nuestros espléndidos actores regresaron a escena y el director nos ordenó amablemente que tomáramos nuestros lugares que la función iba a continuar y nos dijo que ya éramos para él unos actores consumados pero desgraciadamente había llegado la hora del gran final. Antes de gritar ¡acción! el director se acercó y me susurró algo al oído que mi especie ya sabía y que por lo tanto ya no podía conmoverme: nuestra historia está contada por un demente desde un sepulcro que ahora se encuentra en todos los lugares y habita todas las almas.