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Populismo, una doctrina controvertida

FUENTE: A Tiempo Noticias / Destacadas / Alejandro Vázquez Cárdenas

Morelia, Michoacán, 31 de diciembre de 2024.- Populismo; fenómeno político que ha dado origen a intensos debates a lo largo de la historia. Si bien su definición puede variar según el contexto, en términos generales, el populismo se entiende como una estrategia política que apela a las masas, que por definición son ignorantes y manipulables, presentándose como el defensor del «pueblo» contra una élite percibida como corrupta. Un detalle importante es que este movimiento no está necesariamente vinculado a una ideología específica, pues puede manifestarse tanto en la izquierda como en la derecha del espectro político.

Entre las definiciones más frecuentes, se encuentra la del politólogo neerlandés Cas Mudde, quien lo describe como una ideología que divide la sociedad entre el «pueblo puro» y la «élite corrupta». Esta polarización es una de las características principales del populismo, junto con el carisma del líder, el desdén por las instituciones democráticas tradicionales y la falaz promesa de unas soluciones rápidas y efectivas a problemas complejos.

Otras características incluyen: Anti intelectualismo, una desconfianza hacia expertos y tecnócratas. Nacionalismo; una burda exaltación de lo local o nacional frente a lo extranjero. Y las más perversa y enajenante de todas : Simplificación al absurdo de los problemas; las propuestas políticas están basadas en proclamas y soluciones perversamente superficiales.

El populismo no es algo nuevo, tiene raíces en la antigüedad, con ejemplos como los «populares» de la República Romana, quienes buscaban ganarse el favor de las masas a través de reformas agrarias y programas sociales. En la Edad Media, algunos movimientos religiosos también podrían considerarse proto-populistas, al abogar por la defensa de los pobres contra los abusos de las élites. Pero es en la Europa moderna, cuando el populismo resurge en el siglo XIX con movimientos como el «Narodnik» ruso, que idealizaba a los campesinos como el verdadero corazón de la nación. Ya en el siglo XX, el populismo se manifestó de forma más contundente con líderes como Benito Mussolini en Italia y Adolf Hitler en Alemania.

En la Europa actual, el populismo se ha convertido en una fuerza política importante, con líderes como Viktor Orbán en Hungría, Jean-Marie Le Pen en Francia y Nigel Farage en el Reino Unido. Estos políticos han capitalizado el descontento popular frente a la globalización, la inmigración y las instituciones supranacionales como la Unión Europea. Aunque sus plataformas varían, comparten un discurso que apela a la identidad nacional y una crítica constante a las élites tradicionales.

América Latina ha sido un terreno fértil para el populismo, especialmente durante el siglo XX. Líderes como Juan Domingo Perón en Argentina, Getúlio Vargas en Brasil y Hugo Chávez en Venezuela se destacaron por su capacidad para movilizar a las masas y por implementar políticas redistributivas que invariablemente terminaron mal.

México también ha sido testigo de líderes populistas. En la década de 1930, Lázaro Cárdenas implementó una agenda populista basada en la nacionalización del petróleo y la reforma agraria. Más recientemente, el expresidente López Obrador ha sido identificado como un líder populista por su discurso centrado en el «pueblo bueno» contra las élites corruptas, así como por sus políticas de compra de votos disfrazada de “ayuda social” y su burda retórica antiinstitucional estructurada con frases huecas y francas mentiras.

El populismo es, definitivamente, una doctrina nociva ya que ofrece soluciones simplistas a problemas complejos, lo que invariablemente tiene consecuencias nefastas para el futuro de un país. Algunas de las razones son:

Debilitamiento de las instituciones democráticas: los líderes populistas a menudo concentran el poder en el ejecutivo, debilitando el equilibrio entre los poderes del Estado.

Polarización social: al dividir a la sociedad entre «pueblo» y «élite», fomenta la confrontación y dificulta el consenso.

Políticas económicas insostenibles: muchas veces, las medidas populistas están basadas en subsidios y programas sociales que no cuentan con una base fiscal sólida, lo que lleva a crisis económicas.

Desconfianza hacia expertos y conocimiento técnico: el desdén por la opinión de los especialistas puede resultar en decisiones políticas perjudiciales.

Falta de enfoque en el desarrollo a largo plazo: el populismo tiende a priorizar el impacto inmediato sobre la sostenibilidad futura, dejando problemas estructurales sin resolver.

En conclusión, el populismo puede ser atractivo en el corto plazo debido a su capacidad para movilizar a las masas y ofrecer esperanza a los sectores más vulnerables. Sin embargo, su enfoque simplista y polarizador fatalmente termina agravando los problemas que pretende solucionar.

¿Aprenderemos esto algún día en nuestro país? Improbable.

Alejandro Vázquez Cárdenas

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